Por Daniela Alfonso.
Este título lo tomé prestado de un artículo que hace algún tiempo hicieron sobre mi papá en la revista Axxis, fue un título que siempre me gustó porque aunque hace referencia a su reconocida maestría en el oficio del cuero, también suena como una metáfora en la que debe haber un camino y una historia que se recorre paso a paso, a veces con fluidez y a veces con dificultad, para seguir aprendiendo, volverse un maestro con el paso del tiempo y la experiencia y con esto descubrir que el camino no termina, que de hecho sigue y seguirá sorprendiéndote y maravillándote cada día. El camino del maestro, también evoca la idea de que para convertirse en un maestro hay una forma, hay un camino que seguir, un camino en particular o tal vez invita a pensar que hay que construir un camino propio.
De ambas formas, es un hermoso título que me hace pensar en lo que he vivido desde que nací. He tenido la fortuna de ver y estar presente en ese camino de crecimiento de todo un maestro, tanto en su amor y entrega a un oficio como en su vida personal; alguien amoroso, alguien brillante, alguien definitivamente genial. He visto como mi papá, Justiniano, ha hecho su camino, ha sobrepasado todos sus obstáculos y ha encontrado la forma de vivir su pasión cada día como si fuera el primero.
Como decía Gabrielle Channel, “Nada reemplaza el trabajo, ni los títulos, ni el carácter, ni la suerte” y así mismo, bajo esta misma idea he visto su evolución gracias a la dedicación y disciplina con la que vive cada día.
Crecí en medio de hojas de cuero, materiales, y herramientas que me encantaban, Desde que tengo memoria, recuerdo el olor del cuero, de la tinta, del pegante. Desde siempre he tenido la imagen de un taller, en el que mi papá con una dedicación impresionante se perdía horas, claro está en la compañía de mi mamá, que siempre ha sido el soporte, la fuerza e inspiración para todos. Ambos trabajando hasta altas horas de la noche, y nosotras (mi hermana y yo) siempre por ahí jugando, viendo televisión o incluso ayudándoles es la imagen que con gran cariño recuerdo de mi infancia. El tener un taller artesanal familiar, nos permitió crecer juntos.
Una de las imágenes que más me gusta es ver a mi papa trabajando, ver desde el proceso creativo en el que se le ve perdido en sus pensamientos imaginando y planeando todo el proceso de armado, los detalles de una pieza y su diseño, y ver como esa idea se transforma en una pieza maravillosa, hecha con una fluidez por su maestría y con un cuidado tan especial. Ver sus cortes perfectos con un pulso envidiable, ver como moldea el material, como resuelve problemas e improvistos, como es tan curioso y tan brillante es algo que te inspira. Su mayor regalo para nosotras sus hijas, para muchos de los clientes que valoran su trabajo, y para el mundo es esa entrega genuina de su ingenio, es inspirarte a hacer lo que te gusta. A valorar cada detalle, cada momento y hacer cada cosa con amor. Como dice él, a conectar la mente, el corazón y las manos.
La historia de ese taller, en la que la artesanía se convierte en arte, ha dejado en mi una huella inmensa. Me ofreció no solo la oportunidad de querer el oficio y de descubrir la belleza del trabajo con las manos, sino que me regalo una metáfora que siempre llevo conmigo y que se la debo a mi papá y a mi mamá: la métafora de la artesanía y la vida. Como en la artesanía, en la vida puedes ver como tejes tu vida cada instante, la pules y vas sacando piezas maravillosas y a veces piezas que no son tan maravillosas. Pero de ese tejido vas aprendiendo y vas dejando un legado inolvidable. Un legado de enseñanzas que se quedan en las personas que amas y a las personas que inspiras con tu amor y entrega. Y creo que mi papá ha hecho esto con el oficio, con nosotras y con muchos de sus clientes y amigos. Es una persona increíble a quien admiro y admiramos de corazón, una persona que te enseña no solo con palabras sino más importante aún con su ejemplo. Es alquien que te enseña que es la pasión y el amor la base del éxito y cuando digo éxito no me refiero solo a los lujos y comodidades del dinero, sino a la satisfacción y plenitud personal, a la libertad de mente, a la entrega genuina de ti mismo.
Solo basta verle entre sus herramientas, para ver una armonía entre el significado de un oficio; su historia, su tradición, su unicidad, el valor que tiene dar tu tiempo y lo mejor de ti en una pieza única, y la constancia y trabajo que te hacen un maestro.
Por eso, hoy en un día tan especial solo puedo rendirle homenaje a esa grandiosa persona con palabras que salen de mi corazón y que intentan expresar como me siento de orgullosa, afortunada y agradecida de tener un papá como tú.
Justiniano Alfonso 
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